Hace muchos años te prometiste a ti misma que jamás serías tan quejumbrosa, difícil, estricta, severa y conservadora como tu madre. El tiempo ha pasado y tus experiencias de vida te han moldeado. Un buen día te escuchaste proferir algunas palabras y te diste cuenta que eres igualita a tu madre. ¿Sabes qué? No hay nada malo con eso, pero es prueba de que el ser humano se convierte en lo que critica.
Sabes que te estás convirtiendo en tu mamá cuando:
- Le comentas a todo el mundo que las cosas eran mejor antes y que la juventud está perdida.
- Te molesta que tus amigas no usen portavasos al poner los vasos sobre tu hermosa mesa de madera.
- El fin de semana declinas una invitación para una estadía en la playa con el fin de quedarte limpiando la casa.
- Las noches que antes pasabas en casa de tus amigas o en los “pubs” de moda ahora las usas para pegarte al televisor a ver la última novelita de Televisa.
- Te vas de viaje y en vez de tirarlo todo en el equipaje, tienes una carterita o bolsita para cada cosita.
- No puedes salir de tu casa sin vestir la cama.
- Te alejas de amistades demasiado alocadas porque “no están en buenos pasos”. Ah, y textualmente usas esas palabras.
- Llamas a los empleados de las tiendas por “joven”.
- Te enfermas y vas al médico.
- Compras más cosas para tu casa que para ti.
- Dejas de salir de noche porque “las cosas están malas”.
- Vas a la playa y sustituyes el mejor lugar para tomar el sol por un espacio que tiene sombrita.
- Sustituyes la loción para broncearte por el bloqueador solar con 90 SFP.
- Vas al salón de belleza y en vez de pedir el “look” del momento, quieres un recorte cómodo y fácil de manejar.
- Un hombre te invita un trago y en vez de sentirte halagada, te ofendes.
- Adoptas frases como las siguientes: “las cosas se hacen bien o no se hacen”, “hija fuiste, madre serás”, “tú no sabes lo que cuestan las cosas” y “¡qué falta de respeto!”. Además, las usas de forma muy frecuente.
- Cuando compras ropa, lo primero que haces es leer la etiqueta de lavado para ver si debes ponerla con las piezas delicadas o lavarla con agua tibia.
- Te encantan unos zapatos hermosos, pero muy incómodos, así que decides no comprarlos.
- Compras tu ropa interior en las mismas tiendas que adquieres tus productos de limpieza.
- Alguien tira basura en el suelo y tú le das un sermón sobre educación y la importancia de conservar el planeta.
- Le dices a tus amigas que tienen que comerse toda la comida porque hay niños hambrientos en África.
- Sustituyes el cereal de colores por aquellos que son altos en fibra.
- Tienes un kit de primeros auxilios en el auto y otro en la cartera (bolso).
- Los nombres de los tragos que te tomas cada vez son menos divertidos.
Amiga “pink”, si la mayoría de las frases de arriba te describe a la perfección, acepta que te has convertido en tu madre. Eso significa que has crecido mucho. ¡Felicidades!
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