5 preguntas inapropiadas que te hace tu familia

¡Ay, la familia! La quieres con el alma. Te desvives por ella. Sin embargo, algunos miembros de tu arbolito se te acercan para abordarte sobre algunos temas que te irritan grandemente. Por dicha razón acudes a las fiestas de Navidad, Reyes, Día de la Madre, Día del Padre o cualquier encuentro con un poco de recelo y la ansiedad brotándote por los poros. Lo bueno de todo es que si anticipas las preguntas, podrás saber qué responder en el momento preciso. Algunas de estas temidas interrogantes incluyen, pero no se limitan a:

Portrait of young smiling woman.

1) ¿Cuándo te casas?

Estás disfrutando de la vida, de tu soltería y quieres sacarle partido a tu juvenil espíritu de aventura. Lamentablemente tu tía piensa que estás perdiendo el tiempo y te dirá que si no te casas pronto quedarás como una solterona a la que se le fue el barco. Una buena opción es responderle que a diferencia de ella que terminó con un perdedor, tú tienes estándares y no te liarás con el primer pelapapas que se te ponga al frente. Si quieres ser más amable, dile que te casas el día que ella te pague la boda.

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2) ¿Cuándo vas a tener un bebé?

¡Al fin te casaste, así que tu tía está contenta! Pero no por mucho tiempo, porque ahora piensa que no serás un ser humano 100% realizado si no te reproduces. Ahí te interpelará con esa maldita pregunta, como si ser madre fuera lo único a lo que viniste al mundo como mujer. Respóndele de manera cariñosa que lo harás cuando la familia se ponga de acuerdo con la cantidad que pagará cada uno para cuotas de escuela, campamentos y el calendario de cuido del aún no nacido. Pregúntale también si puedes pasar a dejarle al bebé los viernes o los sábados para que tú puedas tener tiempo para ti, ya que ella tiene tanta ilusión por un bebé.

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3) ¿Cuándo vas a perder peso?

Como si saber que tienes unos kilitos de sobra no fuera castigo suficiente, tu prima te dirá que has perdido la figura de la forma más descarada posible. ¡Inhala paz y exhala rabia! Inmediatamente dile que estás a dieta, pero de gente que critica a los demás y se mete en lo que no le importa.

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4) ¿Tu exnovio era “gay”?

Luego de recuperar el aire tras escuchar esta pregunta, traga y recomponte. Sabes que hay hombres que pueden exhibir ademanes o gestos afeminados, pero eso no significa que juegan para el otro bando. Ahí mira fijamente a la persona y dile que tienes evidencia suficiente para saber que no es “gay”. Remátala al decirle que tienes videos guardados bastante gráficos, por si les interesa ver con sus propios ojos que no es verdad.

En el caso de que tu expareja resulte ser “gay” de verdad, dile que tras la ruptura él sabe que no encontrará una mujer mejor que tú, así que se fue a probar suerte con los de su mismo género.

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5) ¿Tú no eres “gay”?

Cuando llevas mucho tiempo sin presentarle a alguien a tu familia, puede que una de tus tías se ponga a imaginar de todo y te pregunta sin ningún tipo de contemplaciones si eres lesbiana. Si no lo eres, dile que estás esperando por la persona correcta porque precisamente quieres evitar los errores que ella cometió al meterse con el primer idiota del pueblo que le hizo caso.

Si en efecto eres lesbiana, dile que ya pronto le llevarás una novia a la casa a la que adorará a tal punto que querrá planificarte la boda.

Estas son solo algunas de esas malditas preguntas que te hace tu familia. ¿Tienes otras? Compártelas en la sección de comentarios o en nuestra página de Facebook.

Por qué las mujeres somos nuestras peores enemigas

Con los años, las mujeres hemos logrado grandes cambios que nos han permitido disfrutar de derechos y privilegios que en antaño estaban reservados exclusivamente para los hombres. Estos adelantos se los debemos a luchadoras incansables como Luisa Capetillo, Susan B. Anthony y Ana Roque de Duprey, entre muchas otras. No obstante, muchas mujeres hemos abandonado el camino de la solidaridad femenina y en cambio, hemos decidido convertirnos en las peores enemigas de las féminas con nuestras mentalidades y comportamientos. Lo triste es que en muchas ocasiones, no nos damos cuenta. Ojalá este artículo nos ayude a tomar medidas remediales.

Retomar la senda que conduce a la empatía con otras mujeres es posible. Ciertamente, debemos dejar atrás la forma negativa en que interactuamos entre nosotras y los comentarios que compartimos, que podrían trabajar en función de nuestro detrimento como grupo y personas individuales. Veamos en detalle cómo estamos fallando.

En el amor

Cuando un hombre ve que su amigo tiene una nueva novia que es considerada, guapa y amigable, inmediatamente piensa que debe conseguirse una chica como esa. En contraste, cuando una mujer ve que su amiga está en una relación estable con un hombre centrado, bien parecido y tierno, al segundo piensa que debe conquistar a ese mismo hombre. Por esta razón, es que escuchamos con tanta frecuencia sobre infidelidades de amigas con parejas, lo cual es una doble traición y un dolor elevado al cuadrado para la chica que es víctima de la situación. Respetar a las parejas de nuestras amigas y familiares es clave. Asimismo, si sabemos que un hombre está en una relación, debemos darlo como prohibido. Acceder a tener intimidad con él nos degrada, nos convierte en objetos sexuales y también hiere las sensibilidades de la mujer que le dedica su vida a ese hombre. ¡No caigamos en el juego!

Por otro lado, resulta ridículo que cuando un hombre es infiel, muchas mujeres procedemos a echarle la culpa a la otra e incluso, consideramos golpearla hasta dentro del pelo. Pero, ¿por qué hacemos eso? Esa mujer no tiene nada que ver con nosotras y le echamos toda la culpa. El verdadero reclamo debe ser para el hombre, quien se comprometió a respetarnos y a estar con nosotras de forma fiel e incondicional. Se han dado muchos casos en que las amantes ni estaban enteradas de que compartían pareja con otra. Quienes nos fallan son nuestras parejas, no las otras personas. Debemos recordar este detalle tan importante.

En el trabajo

¿Cuántas veces hemos escuchado chismes sobre una compañera de trabajo? En muchas ocasiones estos rumores son iniciados por otras mujeres envidiosas que logran influenciar a todos con sus calumnias. Sucede que cuando una mujer ocupa un puesto de importancia y renombre, inmediatamente algunas féminas procedemos a decir que obtuvo la posición porque se acostó con uno de los grandes de la empresa. Ciertamente, este tipo de situaciones se da, pero ese no siempre es el caso. Debemos reconocer que hay mujeres que son asignadas a posiciones destacadas por sus méritos y virtudes. Cada vez que una de las nuestras ascienda al poder, debemos festejarla; su triunfo es un precedente que indica que en un futuro nosotras también podremos estar con ella en la cima.

En la escuela o universidad

Si una chica tiene buenas calificaciones o rompe la curva de los exámenes, muchas de nosotras inmediatamente presumimos que es porque tuvo intimidad con el profesor. ¿Acaso las mujeres no tenemos suficiente materia gris para tener éxito en la Academia? Apoyemos a nuestras hermanas y ayudémoslas a llegar tan lejos como puedan.

En la amistad

Si tenemos una amiga que tiene sexo casual con hombres, no corramos a tildarla de ramera. Muchos hombres son libertinos en todo lo que a sexo se refiere y a ellos no les decimos nada. Si nuestra amiga es juiciosa y se cuida de enfermedades, no la juzguemos. Sí podemos aconsejarla, pero al final del día la decisión es de ella.

También debemos evitar criticar a nuestras amigas por cómo se ven físicamente o por sus preferencias en moda. No todo el mundo puede lucir como una modelo de pasarela y medir 6′ de estatura. Debemos aceptarlas como son y fijarnos en su intelecto y espíritu. Nuestra crasa superficialidad se ha convertido en un obstáculo para otras mujeres que prefieren cultivar su mente, en vez de llenar su armario de artículos que no necesitan. Ya los hombres nos juzgan suficiente sobre cómo nos vemos. Lo menos que necesitamos es tener un grupo de mujeres azotando nuestra autoestima de la forma más despiadada.

De igual modo, si tenemos una amiga que queda embarazada sin casarse, apoyémosla. Ya la sociedad se encargará de insultarla y hacerla sentir mal, nosotras no tenemos por qué aportar al festival de epítetos destructivos. De seguro el padre de la criatura no pasará por el cruel escrutinio por el que pasamos las mujeres ante este tipo de circunstancia.

Si las mujeres nos unimos en una sororidad sin paredes, podremos continuar la obra de aquellas damas ilustres que cambiaron nuestro mundo. Si nos convertimos en nuestras peores enemigas, habremos perdido la batalla. Ya tenemos suficiente con que los hombres le adjudiquen burlonamente todos nuestros problemas al PMS y a nuestras hormonas. Nosotras engendramos vida, mantenemos viva a las sociedades y demostramos que con amor todo es posible. 

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